Movimiento estudiantil y social en Chile: Educación de calidad para todos y todas…¡ahora!
Dan Contreras
Para comprender el movimiento por la educación de estos últimos años, pero radicalizada en estos últimos seis meses, debemos referirnos al origen del problema: la privatización y la relación precio/calidad en la educación a partir del golpe de Estado de 1973, es decir, mientras más se pague, mejor calidad de educación se recibe. La toma del poder violenta y anti-democrática, reemplazó un modelo económico de fuerte intervención estatal en cuanto a la fiscalización e inversión en educación, a un modelo que jibarizó el Estado en su toma de decisiones y fomentó la privatización de las universidades estatales junto con el aumento de centros educacionales privados.
Es por este camino en que el financiamiento de la educación pública –refiriéndonos solamente a la educación universitaria- por parte del Estado se reduce de un 70% previo a la dictadura, a un 17% promedio en los últimos años, traspasando la mayor responsabilidad del financiamiento a los/as estudiantes quienes deben pagar el arancel correspondiente de cada carrera, ajustado al costo de éstas y a las demandas en el mercado.
Al transformar la educación en un campo económicamente rentable, los inversionistas privados se multiplicaron, surgiendo en un muy corto plazo decenas de universidades, institutos, centros de formación técnica, colegios subvencionados1 y privados, en donde los/as estudiantes solo pueden ingresar pagando o pidiendo algún tipo de crédito estatal y/o privado, salvo quienes tienen algún tipo de beca solidaria.
Las demandas
En este escenario, la brecha económica entre ricos y pobres se ve reflejada en las posibilidades de estudiar, generándose una cadena de sucesos que parecieran ser predecibles: un niño/a de familia de bajos ingresos no podrá estudiar en un colegio de calidad –recordemos la relación precio/calidad-, por tanto se irá a un colegio regular o de baja calidad. Para poder estudiar en la educación superior debe dar por obligación una prueba de selección que, como bien dice su nombre, selecciona quienes pueden entrar a la universidad. Como este niño/a no fue a un colegio de calidad, la preparación a esta prueba no fue la adecuada y por tanto no tendrá buenos resultados en dicha prueba lo cual comprometerá su paso a la educación superior tradicional. Pero las posibilidades que da el mercado educacional, permite que este niño pueda estudiar en una institución superior privada, endeudándose el o su familia por varios años. En este momento se rompe la lógica de precio/calidad dándose en muchos casos que las instituciones privadas terminan formando profesionales y/o técnicos con poco conocimiento y herramientas para el campo laboral, conformando otra lógica en el mercado laboral: mayor cantidad/menor calidad.
A esto apunta el grueso de las demandas estudiantiles, a romper con la lógica de mercado en el derecho a estudiar y que no sea un impedimento el ingreso económico familiar a una educación de calidad. Si bien suena bien idóneo, la claridad de los/as estudiantes para formular propuestas concretas ha sido característica de este movimiento: mayor fiscalización de los centros de estudios tanto públicos como privados, aumento del financiamiento público en la Educación Superior que de paso a una educación gratuita, revitalizar las universidades tradicionales y re-estructuración del sistema de becas y ayuda escolar. Además complementan al petitorio demandas más técnicas pero no menos importantes como la utilización de una tarjeta escolar que les permita viajar a un costo reducido, mayor preocupación de las vías de acceso de los/as discapacitados/as, mejoras en la estructura que aun no han sido reparadas a causa del terremoto de principio de año, fin a la prueba de selección universitaria, entre otras.
Conformado acciones desde la acción directa noviolenta
La forma de organizarse de los estudiantes está dividida en la CONFECH (Confederación de Estudiantes de Chile) que aglomera a las Federaciones de estudiantes de las universidades tradicionales, y la ACES (Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios). A pesar de ser estas dos organizaciones las más visibles y las que han dialogado con el Estado, la problemática ha dado espacio para la organización territorial en torno a las tomas de colegios y a la comunidad preocupada del devenir del conflicto. Es así como vemos colegios tomados por sus estudiantes pero apoyados por su entorno, por ex alumno(as) y familiares. La prensa oficial cada vez ha tenido menos espacio para sacar algún comentario despectivo del movimiento de parte de las familias de los pequeños(as) paralizados(as), dejando en claro que el movimiento estudiantil no es una lucha aislada de los estudiantes sino que se han incluido otros actores sociales que han conformado un frente amplio de protestas y, con esto, un frente de manifestaciones de diferente naturaleza, siendo la más radical la huelga de hambre protagonizada por un grupo de estudiantes secundarios y que terminó con niñas y niños descompensados en hospitales públicos.
Además de las formas violentas propias del descontento social, y de las marchas y paros regionales y nacionales, se han incluido una serie de manifestaciones que han sido inclusivas y no selectiva en los participes. Podemos mencionar los cacerolazos, en donde a una hora determinada, de norte a sur del país, las familias salieron con sus ollas y sartenes a golpearlos y hacer ruido en repudio a la intransigencia del gobierno.
También se han adherido gente reconocida en el ambiente artístico y cultural, filmando videos de apoyo al movimiento estudiantil o realizando actos culturales de manera gratuita y abierta.
Sin embargo, las acciones directas no violentas han sido las protagonistas en el movimiento estudiantil. Muchas acciones han sido individuales, colectivas, de un grupo reducido o de cientos de personas. Los llamados e invitaciones a través de las redes sociales, sumado a la motivación individual por el bien común –la educación como derecho, no privilegio- ha generado como acción masiva, por ejemplo, el rayado en los billetes con consignas contra la educación de mercado o un suicidio simbólico en el centro de Santiago, donde las participantes se lanzaron al suelo como cadáveres. Otras se presentaron como forma de parodia a la violencia excesiva impartida por las fuerzas policiales, como fue una guerra de almohadas realizado en la ciudad de Valparaíso.
La cantidad de manifestaciones ha sido muy numerosa: corridas alrededor de la Moneda por 1800 horas sin parar, besarse pública y masivamente, coreografías de temas simbólicamente potentes como “Thriller” de Michael Jackson o “El baile de los que sobran” de la banda chilena de los años ochenta “Los Prisioneros”, estudiantes de la carrera de música con sus instrumentos en las calles o simular ataques de dibujos animados, como Dragon Ball, donde Goku ataca la educación de mercado.
Todas estas acciones directas, han demostrado que el descontento puede generar acciones colectivas de gran envergadura, perdiéndole el miedo a la represión estatal y utilizando los espacios públicos como propios, como debe ser siempre.
Ya son 6 meses de manifestaciones. Cada vez se ven menos acciones directas no violentas y creativas, principalmente por un desgaste propio de la energía desplegada en los primeros meses. Al parecer esa es la estrategia, cansar hasta que los/as estudiantes cedan en su petitorio. Hay cansancio, pero las marchas siguen y las toma de colegios y universidades también. Si bien ya no se ve mucha gente en las calles manifestándose y los cacerolazos ya pararon, el pensamiento de la gente es clarísimo: Educación de calidad para todos y todas ahora.
Publicado en El fusil roto, diciembre de 2011 No. 90