Sacamos a los milicos de la plaza
Después de cerca de cuatro meses y medio de cuarentena, el viernes 31 de julio a las 20:00 lxs vecinxs de Ñuñoa (Santiago de Chile) volvimos a la calle a protestar. Durante la cuarentena se desarrollaron varios cacerolazos, pero sin la oportunidad de salir a la calle. Ese día nos manifestamos en el marco de la cuenta pública del presidente Piñera, bajo la consigna “el pueblo pasa la cuenta”. Una larga cuenta, por cierto. Durante el levantamiento social iniciado en octubre de 2019: decenas de muertxs, cientos de heridxs, miles de presxs. Durante la pandemia: gente sin trabajo, con hambre, con medidas inadecuadas para los cuidados requeridos por las circunstancias, toque de queda injustificado y mucha represión frente a cualquier manifestación de descontento.
Ese día llegamos cientos de personas a la Plaza Ñuñoa con nuestras cacerolas, al igual que en muchas partes del país. Estuvimos manifestándonos cerca de una hora cuando vimos llegar un camión militar del cual se bajaron una decena de efectivos. Algunxs de nosotrxs nos acercamos inmediatamente a filmarlos con nuestros teléfonos, quizás como una respuesta aprendida para resistir a la prepotencia y dejar registro de los hechos y así poder denunciarlos. Al mismo tiempo, les gritábamos que se fueran, mientras algunxs los increpaban más duramente, “asesinos”, “cobardes”, “traidores”.
La verdad es que pese a llevar mascarillas, sus ojos transmitían desconcierto. Quizás pensaban que íbamos a arrancar, pero sucedió todo lo contrario. Frente a nuestro modo de actuar, comienza a avanzar y a decirnos que nos retiráramos, frente a lo cual llegó más el resto de la gente que estaba en la Plaza a sumarse a los gritos. Una vecina llegó con un parlante que tocaba El Pueblo Unido, por lo cual nos pusimos a cantar con los puños en alto y dejamos de retroceder. Los militares también se detuvieron y después de unos minutos comenzaron a retroceder hacia el camión en el que habían llegado y emprendieron la retirada, siendo seguidos e increpados por varixs manifestantes, mientras el resto volvía a ocupar la Plaza y a tocar las cacerolas.
No hubo mucha ocasión de conversar entre quienes estábamos en la plaza, ya que seguimos manifestándonos y el uso de mascarillas y el respeto al distanciamiento físico no ayudaba a la comunicación, pero creo que todxs nos quedamos con una sensación de satisfacción y orgullo. Nos resistimos a la prepotencia militar y actuando juntxs con convicción y valor espontaneo logramos que se fueran de nuestra Plaza, la que por tanto tiempo hemos ocupado para manifestarnos y que hemos vuelto a recuperar como uno de los espacios importante de la protesta ciudadana. Hemos tenido meses muy duros, pero esa fue una linda jornada.
Desde Ñuñoa, Santiago, Chile, Roberto Fernández Droguett